La ciudad de la Región de Murcia que intentó independizarse de España antes que nadie: querían ser Estados Unidos

La independencia de España es un tema que hoy en día suele asociarse con movimientos como el catalán o el vasco, y que acapara portadas y debates desde hace décadas. Sin embargo, pocos conocen que mucho antes de los recientes intentos secesionistas, hubo un lugar en la región de Murcia que protagonizó uno de los episodios más insólitos y dramáticos de la historia política española: la efímera independencia de Cartagena, que durante casi seis meses en 1873 se autogobernó como un cantón autónomo y llegó a solicitar su anexión a Estados Unidos.

El sueño del cantón independiente

Este sorprendente capítulo comenzó en el contexto convulso de la Primera República Española, proclamada en febrero de 1873. El gobierno republicano prometió una España federal, otorgando autonomía a varias regiones, pero las expectativas se frustraron rápidamente. La incapacidad del Estado central para implementar una reforma federal efectiva generó descontento y rebeliones en varias ciudades, aunque ninguna tan persistente como la de Cartagena.

El 12 de julio de 1873, los revolucionarios izaron la bandera roja en el castillo de San Julián y proclamaron el Cantón de Cartagena. La ciudad se organizó con rapidez bajo una Junta Soberana que adoptó medidas sociales progresistas para la época. Se prohibió la enseñanza religiosa, se confiscaron bienes eclesiásticos, se reconoció el derecho al trabajo con jornada de ocho horas y se abolió la pena de muerte, además de aprobar el divorcio. Estas reformas reflejaban un claro compromiso con la modernización social y política, y pretendían construir un sistema autónomo y justo.

Pero la ambición de los cantonalistas no se quedó solo en lo interno: conscientes de que solos no podrían sostenerse, solicitaron formalmente la anexión a los Estados Unidos de América, buscando protección y reconocimiento internacional. Esta petición fue ignorada por completo, dejando a Cartagena aislada frente a un Estado español decidido a aplastar la insurrección.

El asedio y el bombardeo

La respuesta del gobierno central fue tajante. En una escalada de violencia que recuerda la represión actual contra los movimientos independentistas, el ejército español sitió la ciudad y la bombardeó durante meses. Bajo el mando del general Francisco Serrano, las fuerzas gubernamentales intensificaron los ataques a medida que el asedio se prolongaba, provocando la destrucción masiva de la ciudad y la muerte de miles de cartageneros.

El impacto fue devastador: más de 300 edificios quedaron arrasados y solo 27 permanecieron intactos. Las monedas propias del cantón, acuñadas con plata local, llevaban inscripciones que reflejaban la resistencia y el sufrimiento: “Cartagena sitiada por los centralistas, septiembre de 1873” y “Revolución Cantonal, cinco pesetas”. Sin embargo, el 12 de enero de 1874, tras 185 días de lucha, Cartagena se rindió y fue reincorporada al Estado español.

Aunque el cantonalismo desapareció como proyecto político, su legado persiste en la memoria histórica y en el debate político. A finales del siglo XX, entre 1987 y 1991, el Partido Cantonal gobernó el Ayuntamiento de Cartagena, demostrando que las tensiones entre centralismo y autonomía siguen vivas, incluso fuera de los focos más conocidos de Euskadi y Cataluña.

Este episodio revela que la lucha por la autonomía y la independencia no es exclusiva de las grandes regiones nacionalistas actuales, sino que ha sido una constante en diversas partes de España. El caso de Cartagena, con su audaz intento de ser un Estado independiente e incluso anexarse a Estados Unidos, es una página poco conocida pero esencial para entender la historia política española.