El Lignum Crucis: La reliquia más grande de la cruz de Cristo custodiada en Cantabria

El Lignum Crucis, que significa “madera de la cruz”, es considerado por la Iglesia Católica como el trozo más grande que se conserva de la cruz donde fue crucificado Jesucristo, específicamente el brazo izquierdo.

Esta reliquia, de madera de ciprés palestino y siglos de historia, es un símbolo religioso y patrimonio único que atrae a peregrinos y estudiosos de todo el mundo.

 Un tesoro histórico y religioso de origen palestino  

Fue traído en la Edad Media al Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, junto con los restos de Santo Toribio de Astorga, quien fue obispo y custodio de las reliquias en Jerusalén.

Un análisis científico realizado por el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias de Madrid confirmó que la madera pertenece a la especie Cupressus sempervivens L., un ciprés autóctono de Palestina, lo que autentifica su antigüedad y origen en la época de Jesucristo. Esta reliquia ha servido también para verificar la procedencia de otros fragmentos distribuidos por el mundo.

El traslado de esta sagrada pieza estuvo motivado por la necesidad de protegerla de la invasión musulmana que avanzaba por la península ibérica. La reliquia fue fundamental para convertir el Monasterio de Santo Toribio en un centro importante de peregrinación durante la Edad Media.

 Una reliquia protegida y venerada a lo largo de los siglos  

Históricamente, el Lignum Crucis ha sufrido diferentes vicisitudes. En la Edad Media, era habitual regalar fragmentos de reliquias como pago por favores, lo que llevó a que el brazo izquierdo original se fuera acortando con el tiempo. Para preservar lo que quedaba, los benedictinos serraron la madera y la colocaron en forma de cruz dentro de un relicario de plata dorada, con un diseño gótico realizado en Valladolid en 1679. Actualmente, la reliquia mide 635 mm en el palo vertical y 393 mm en el travesaño, con un grosor de 38 mm, siendo la más grande conservada del mundo, incluso mayor que la que se custodia en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

La leyenda atribuye el hallazgo original de la cruz a Santa Elena, madre del emperador Constantino, quien viajó a Jerusalén en el siglo IV para descubrir la “Vera Cruz”. Aunque existen relatos legendarios y también históricos, Elena localizó las tres cruces con ayuda de Ciriaco, que según esta leyenda habría sido obispo de Jerusalén tras Macario, dichas cruces se las acercó a un cuerpo sin vida y ante una de ellas el cuerpo resucitó y de está forma se ratificó que era la verdadera.

Desde entonces, esta reliquia ha atravesado momentos históricos relevantes, incluyendo invasiones, guerras y cambios de custodia entre imperios y órdenes religiosas, hasta llegar a su actual ubicación en Liébana, donde permanece bajo estricta custodia para la veneración y protección de los fieles.

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