¿Qué son 300 kilómetros a pie?
Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 5 de junio

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El pasado martes, festividad de San Carlos Lwanga y sus compañeros mártires, más de un millón de personas se congregaron en el Santuario elevado en la colina de Namugongo, el corazón cristiano de Uganda, donde fueron asesinados veintidós jóvenes católicos y otros tantos anglicanos por orden del rey Mwanga en 1885. Los peregrinos llegaron, muchos a pie, desde todos los rincones de Uganda y desde países vecinos como la República Democrática del Congo, Ruanda, Kenia y Tanzania, recorriendo a veces cientos de kilómetros y dando vida a una de las manifestaciones de fe popular más impresionantes de África Central, que se repite cada año.
Hay peregrinos que recorren casi 700 kilómetros y que realizan este gesto desde hace años, sin faltar nunca. Teniendo en cuenta las circunstancias de estos países, la escasez de recursos y la dureza de la peregrinación, es razonable plantear la pregunta de por qué alguien estaría dispuesto a caminar tanto tiempo y, en definitiva, qué tienen los mártires de Uganda para inspirar una devoción tan profunda ciento treinta años después de aquellos acontecimientos. He encontrado una respuesta en un periódico ugandés, el Nile Post: "Para muchos fieles, ir a Namugongo no es solo una tradición, sino que es como revivir aquel sacrificio, es una oportunidad para soportar, aunque sea brevemente, el dolor y el sufrimiento, para honrar y hacer memoria de aquellos que soportaron mucho más, porque si ellos pudieron dar su vida por Cristo, ¿qué son 300 kilómetros a pie?” Este mismo periódico afirma que en la peregrinación de Namugongo se entrelazan la historia y el presente porque se manifiesta una fe en movimiento, una fe que vence al miedo y que permite afrontar el futuro con esperanza. Estoy convencido de que toda la Iglesia se beneficia hoy de este corazón ardiente de África que desafía todas las dificultades con la misma fe de Carlos Lwanga y sus compañeros.