"Cocaína en flor", el perfume estrella en España antes de la Guerra Civil: qué era y la razón del curioso nombre

En aquella época era legal comprar cocaína en la farmacia, se vendía como un medicamento que te quitaba la tos, fundamentalmente

Un anuncio de la Perfumería Parera de cocaína en flor
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Herrera en COPE

La historiadora Ana Velasco charla con Alberto Herrera de su libro La moda española de 1898 a 1936

José Manuel Nieto

Publicado el

3 min lectura

En los años treinta del siglo XX, cuando España bullía entre modernidad y tensiones políticas, un perfume capturaba la imaginación de las mujeres más sofisticadas: “Cocaína en flor”. El nombre, provocador incluso para los estándares actuales, tenía entonces una resonancia distinta, en una época donde la cocaína era legal y se podía comprar sin receta en cualquier farmacia. Sí, como lo oye: era un medicamento habitual para tratar la tos y se consumía en forma de jarabe, pastillas e incluso inyecciones.

Según la historiadora Ana Velasco, autora del libro La moda española de 1898 a 1936, este perfume era anunciado como “un aroma embriagador”, con un matiz de elegancia y atrevimiento que casaba perfectamente con la nueva imagen de la mujer moderna. Pero en su publicidad también se advertía: “Ojo, que no lleva drogas”, una coletilla que reflejaba el creciente debate sobre el uso de estas sustancias.

En aquella época, la cocaína se consideraba un analgésico eficaz”

Ana Velasco

Historiadora de Herrera en COPE

“En aquella época, la cocaína se consideraba un analgésico eficaz”, explica Velasco en una entrevista en Herrera en COPE, “y no fue hasta bien entrados los años treinta cuando se empezó a legislar seriamente su uso”. El opio y la cocaína fueron prohibidos en España con las primeras normativas de control de estupefacientes en tiempos de la Segunda República, siguiendo una tendencia internacional que ya comenzaba a tomar forma.

El glamur que olía a medicamento  

El contexto es clave. En esa España de entreguerras, la modernidad se confundía a menudo con la transgresión. Las mujeres comenzaban a trabajar fuera de casa, accedían a la universidad, votaban por primera vez… y, sin embargo, vivían sometidas a un ideal estético exigente: corsés que deformaban el cuerpo, cremas milagrosas que prometían blanquear la piel, y perfumes como “Cocaína en flor”, que vendían un ideal de sofisticación entre lo medicinal y lo sensual.

“La prensa femenina estaba llena de estos productos”, señala Velasco. “Había muy poca regulación. De hecho, muchas revistas vivían de la publicidad de tónicos milagrosos, kits de aborto por correo y perfumes con nombres escandalosos”. En ese marco, el perfume no era simplemente una fragancia: era una declaración de estatus, de modernidad… y, en cierto modo, de rebeldía.

Un anuncio de cocaina en flor

Un anuncio de cocaina en flor

“Cocaína en flor” no contenía realmente cocaína, pero su nombre era una herramienta de marketing poderosa. Evocaba un mundo de lujo, de placer prohibido, y a la vez de modernidad farmacéutica. Era el eco perfumado de un momento histórico donde la medicina, la estética y la moda se daban la mano sin demasiadas preguntas.

Un símbolo de una época  

Hoy, este perfume no solo es una curiosidad histórica: es un símbolo. Representa una España que coqueteaba con la modernidad sin dejar de mirar por el retrovisor. Una sociedad en transformación, donde la legalidad de la cocaína en farmacias convivía con anuncios de cascos radioactivos para ondular el pelo y con el culto al cuerpo comprimido en corsés de acero.

Ana Velasco lo resume así: “Parecen cosas de hace mil años, pero no lo son tanto. Y nos dicen mucho de quiénes éramos y de lo que estábamos dispuestos a aceptar en nombre de la belleza y el progreso”.

Un anuncio de cocaína en flor en el diario ABC

ABC

Un anuncio de cocaína en flor en el diario ABC

Un testimonio más de que la historia de la moda es también la historia de cómo hemos vivido, sufrido y soñado. Y, a veces, de cómo hemos olido.

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