¿Dormir con ventilador en verano? Este es el peligro "oculto" de tratar de conciliar el sueño con estos aparatos los días de más calor
Para muchos, descansar se convierte en una tarea frustrante marcada por vueltas en la cama, sudor constante y un insomnio que no da tregua

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El verano ha llegado de golpe. Hemos pasado del frío al calor en tiempo récord, y para muchos la noche es el peor momento del día. Dormir con calor resulta insoportable porque nuestro cuerpo no logra relajarse y nos cuesta tanto conciliar el sueño que al día siguiente amanecemos sin haber pegado ojo.
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Para muchos, descansar se convierte en una tarea frustrante marcada por vueltas en la cama, sudor constante y un insomnio que no da tregua. Para paliarlo, una opción es abrir las ventanas, aunque en ocasiones ni siquiera ayuda cuando fuera los termómetros siguen marcando más de 20º.
¿Cuál es la solución que muchos adoptan para poder descansar tranquilamente? Utilizar ventiladores o aires acondicionados y mantenerlos encendidos durante el tiempo que estamos en la cama. Sin embargo, dormir toda la noche con estos dispositivos encendidos no es beneficioso para la salud, según algunos expertos.
GESTO PERJUDICIAL PARA LA SALUD
Cuando el calor nos impide descansar, parece que no existe otra opción que dormir con el ventilador o el aire acondicionado encendido durante toda la noche. Sin embargo, tiene consecuencias poco agradables para la salud que, a menudo, pasamos por alto.
Lo que a primera vista es un alivio inmediato puede acabar teniendo efectos negativos en la salud y el descanso, tal y como advierte el doctor Naheed Ali. Dejar encendido el ventilador o el aire durante toda la noche puede “crear estrés oculto en el cuerpo”.

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De la misma forma, utilizar siempre el ventilador o el aire acondicionado para dormir puede generarnos una dependencia. Acostumbrarse a dormir con estos aparatos dificulta descansar sin ellos, incluso cuando no hace tanto calor. Esto puede generar insomnio en épocas de temperaturas más suaves o en lugares donde no se cuenta con este tipo de equipos.
ESTRÉS OCULTO EN EL CUERPO
Este estrés oculto se puede dar por varias razones. En primer lugar, por el ruido constante o las variaciones de temperatura que pueden impedir que entres en las fases más profundas del sueño. Aunque no te despiertes por completo, el cuerpo no se recupera igual, y al día siguiente puedes sentirte cansado sin saber por qué.
Otro de los motivos es la tensión muscular involuntaria. Esto se debe a que el aire frío directo sobre ciertas zonas del cuerpo puede hacer que los músculos se tensen sin quererlo durante la noche. Aunque no lo percibas mientras duermes, te puedes despertar con rigidez, molestias o dolores, síntomas de un microestrés físico sostenido.
La desregulación de la temperatura corporal es otra de las razones. Cuando dormimos, el cuerpo necesita bajar su temperatura de forma natural para descansar bien. Si el ambiente es demasiado frío o la temperatura cambia bruscamente, el organismo deberá ajustar su metabolismo.

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La exposición continua a corrientes de aire frío o ruidos bajos, pero constantes puede activar sutilmente el sistema nervioso simpático, el que se asocia con la respuesta de alerta, incluso mientras dormimos. Esto mantiene al cuerpo en un estado de tensión que impide una relajación completa.
Y, por último, estos dispositivos resecan el ambiente, lo que puede provocar deshidratación leve, sequedad en la garganta, los ojos o la piel.
¿QUÉ DEBERÍA HACER?
Aunque usarlos puntualmente puede ser necesario, mantenerlos toda la noche encendidos no siempre es la mejor opción. Sin embargo, existen algunas alternativas que podrían ayudarte a conciliar el sueño en esas noches de calor en las que parece que nadie va a descansar.
Puede ser de gran utilidad utilizar aparatos que tengan programas de apagado. De esta forma, antes de acostarnos podremos progamarlo y el dispositivo se apagará cuando nosotros lo hayamos indicado. Algo que también ayuda es ventilar bien la casa antes de dormir, cuando la temperatura haya descendido un poco.
Por supuesto, la ropa con la que dormimos también es clave. Es preferible utilizar sábanas que sean frescas y transpirables, como las de algodón o lino, y dormir con ropa ligera y holgada evitando los materiales sintéticos. Darnos una ducha tibia antes de meternos a la cama, ayuda también a regular la temperatura corporal y relaja el cuerpo para facilitar el sueño.