El ultranacionalista Nawrocki será nuevo presidente de Polonia tras vencer en la segunda vuelta al liberal Trzaskowski
Con el 99,96% escrutado, el candidato de perfil euroescéptico ha dado la sorpresa después de que las encuestas a pie de urna dieran por vencedor al apoyado por Donald Tusk

El candidato presidencial polaco Karol Nawrocki reacciona durante la noche de las elecciones presidenciales en Varsovia.
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Polonia ha dado un giro político con potenciales repercusiones continentales. Karol Nawrocki, el candidato conservador del partido Ley y Justicia (PiS), será el nuevo presidente del país tras imponerse en una ajustadísima segunda vuelta frente al liberal Rafał Trzaskowski, respaldado por el actual primer ministro proeuropeo Donald Tusk. La Comisión Electoral Nacional confirmó que, con el 99,96% de los votos escrutados, Nawrocki ha obtenido el 51,08% frente al 48,92% de su rival, con una diferencia de más de 437.000 votos.
La victoria del historiador de 42 años, hasta ahora director del Instituto de la Memoria Nacional, ha sorprendido a observadores y analistas, sobre todo porque las encuestas a pie de urna apuntaban a un triunfo de Trzaskowski. De hecho, dos de los sondeos realizados el domingo por la noche situaban al alcalde de Varsovia ligeramente por delante. Este desenlace no solo confirma el cambio de tendencia entre las dos vueltas de las elecciones, sino que pone sobre la mesa el creciente peso del nacionalismo conservador en Europa del Este.
La Corte Suprema polaca deberá ahora validar formalmente los resultados, pero matemáticamente el resultado ya es irreversible.
Una Polonia dividida ante Europa y el mundo
Este desenlace electoral no solo reconfigura el equilibrio interno de la política polaca, sino que puede alterar su relación con Bruselas y sus aliados occidentales. Nawrocki ha defendido una postura más crítica con la Unión Europea, al estilo de otros líderes euroescépticos del continente. Ha prometido "poner a Polonia primero", una consigna que conecta con los sectores más conservadores del electorado, y que se ha visto reforzada por su reciente acercamiento al expresidente estadounidense Donald Trump, quien incluso lo recibió en el Despacho Oval en mayo.

Candidato a las elecciones presidenciales, el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, en su sede electoral en Varsovia.
Mientras que Trzaskowski defendía la integración europea, los derechos de las minorías y un fortalecimiento del Estado de derecho, Nawrocki ha centrado su campaña en valores tradicionales, el control migratorio y la defensa de la soberanía nacional. Aunque ha criticado la invasión rusa de Ucrania, su escepticismo hacia la adhesión de ese país a la OTAN y su alineamiento con posturas más autoritarias han generado preocupación en los círculos diplomáticos europeos.
La elección llega en un momento crítico para Polonia, que, como país fronterizo con Ucrania y miembro clave de la OTAN, juega un papel fundamental en el equilibrio geopolítico de la región.
En los últimos años, la presidencia polaca ha sido una pieza clave para bloquear o permitir las reformas del Gobierno. El actual mandatario saliente, Andrzej Duda, también afín al PiS, impidió durante años los planes legislativos de Tusk. Con Nawrocki en la presidencia, ese equilibrio se mantendrá, lo que podría asestar un duro golpe al Ejecutivo centrista y abrir la puerta a elecciones anticipadas.
Una sociedad partida en dos
Los comicios han dejado al descubierto una Polonia profundamente polarizada. Con un resultado extremadamente ajustado, el país queda dividido no solo políticamente, sino también generacional y geográficamente. Mientras que los jóvenes se han inclinado por Trzaskowski y por opciones progresistas, los mayores de 60 años han apoyado masivamente a Nawrocki, como reflejan testimonios recogidos en ciudades como Slubice.
Además, la primera vuelta de las presidenciales ya reveló que muchos ciudadanos no se identificaban con ninguno de los dos grandes candidatos, lo que muestra el rechazo creciente a la bipolarización política. Solo el 60% de los votos fueron para Trzaskowski o Nawrocki en esa ronda, el porcentaje más bajo de la historia democrática reciente del país.
Polonia entra así en una nueva etapa política, con un presidente fuerte, euroescéptico y respaldado por una mayoría conservadora. En un contexto de tensiones geopolíticas, desafíos climáticos y creciente fragmentación europea, su mandato será observado con atención desde Bruselas, Berlín y Washington.